lunes, 22 de mayo de 2017

UN "TEBEO" QUE NO PASÓ LA CENSURA

Página del cuaderno 65 de "El Jabato" (nº 244 de "Super Aventuras") Bruguera, 1960.

  Al hilo de los cómics lovecraftianos que hemos ido revisando, me vino a la memoria una aventura del carpetovetónico héroe de nuestra infancia "El Jabato", publicada originalmente por Bruguera en los cuadernillos apaisados en blanco y negro hacia 1960, y que más tarde "desapareció" en las sucesivas reediciones en color. De hecho, en la edición definitiva de 1969 (la más conocida por los infantes de mi generación y posteriores) se hicieron muchos desaguisados, como eliminar algunas viñetas por su "violento" contenido, recortar y remontar otras para adaptarlas al nuevo formato vertical, sustituir el texto rotulado a mano por un horrible mecanografiado, etc.,etc.



Portadilla del cuaderno 66 de la serie "El Jabato" (nº 246 de "Super Aventuras"). Bruguera, 1960

Normalmente este "trabajo sucio" editorial se realizaba con bastante habilidad (aunque supusiera una absoluta falta de respeto hacia la obra de los autores de "El Jabato", el dibujante Francisco Darnís y el guionista Víctor Mora), pero en el caso que nos ocupa se pasaron siete pueblos. Se procedió a la mutilación de una de las más originales y fabulosas aventuras del personaje, de  forma tan chapucera que afecta a la comprensión de la historieta en su conjunto... Un ejemplo lamentable del escaso aprecio que se tenía (y se tiene) por la labor de los artistas del comic.





Vicente Sanchís, que ha estudiado los "tebeos mutilados" de aquella época, señala que el peor momento se produjo tras la llegada de Manuel Fraga (Requiescat In Pace, a pesar de todo) al Ministerio de Información y Turismo y su famosa Ley de Prensa de 1966. Esta fue vendida como "aperturista" porque retiró la censura previa de las publicaciones traspasando la responsabilidad a los editores, una forma de preparar los medios para la transición juancarlista que el propio Fraga soñaba con presidir. Pero esos cambios no se aplicaban a las revistas infantiles y juveniles, más bien al contrario, fueron objeto de un desmesurado control que llegó a extremos absurdos y ridículos en esos años.
Durante las primeras décadas del franquismo había menos preocupación por parte de las autoridades hacia lo que se publicaba en los tebeos, y el género de aventuras vivió una relativa edad de oro. Como apunta Sanchís, a los falangistas y a los requetés les interesaba formar a los jóvenes en la milicia, y de ahí que la exaltación de la fuerza y la virilidad de la que hacían gala estas historietas no la vieran con malos ojos. Claro que siempre había algún censor de sotana que mandaba tapar algún muslo femenino, pero en general los autores patrios podían dar rienda suelta a su imaginación aventurera sin demasiadas restricciones.



Páginas  del cuaderno 66 de la serie "El Jabato"(nº 246 de "Super Aventuras"). Bruguera, 1960

 En activo estaban dibujantes de pasado republicano como Manuel Gago (creador de "El Guerrero del Antifaz"), Boixcar ("Hazañas Bélicas") o Juan García Iranzo. Este último en su serie de "El Cachorro", repleta de violencia y malas costumbres piratescas y tabernarias, apenas tuvo problemas con la censura durante la década de los 50. Y lo mismo cabe decir de las primeras ediciones en blanco y negro de las aventuras de "El capitán Trueno" y "El Jabato".
Pero esto se terminó con el auge de los"liberales" del Régimen y de los miembros del Opus Dei (la masonería negra), y por la labor del dominico Jesús María Vázquez, director del Instituto de Sociología Aplicada, quien formó una comisión encargada por el Ministerio de Fraga para velar por lo que leían los jóvenes. Este fraile, además de la obsesión contra el erotismo propia de sus colegas del gremio, parecía estar al tanto de las teorías del psicólogo Frederic Wertham y otros que arremetían contra los comics (en especial los de terror y los que mostraban escenas de" violencia"), atribuyéndoles todos los males del mundo.